Estoy pedaleando el camino. ¿Pero cuál camino?. Mi viaje espiritual comenzó hace muchos años, cuando estaba en la secundaria. Vengo de un ambiente tradicional católico, y tengo que decir que mi mamá, maestra de Sagradas Escrituras, me mostró un Dios amoroso.
Aún así, estaba buscando una práctica espiritual más allá de lo que se me había enseñado en la escuela católica. Por supuesto yo era muy joven, un poco alocado, y no muy disciplinado.
A los 15 años comencé a cantar con los Hare Krishna. La comida del domingo estaba bien, los cantos alegres, pero no era para mí.
Entonces, un querido amigo me invitó a un ashram. Asistíamos los fines de semana para meditar y para hacer algunas tareas o seva. Un día, mientras meditaba, supe que Siddha Yoga no era para mí.
Me volví muy alocado para entonces, pero me mantuve buscando. Me encontré con unos libros sobre zen y cristianismo, de un Sacerdote Jesuita, Enomiya Lassalle, y empecé a practicar zazen por mi cuenta. Yo estudiaba tae kwon do, y encajaban perfectamente.
Mi madre me dijo de un Sacerdote Jesuita, el Padre Escalada, quien vivió muchos años en Japón, y Lassalle fue su superior entonces. Lo visité algunas veces, me dio alguna guía, y me dijo que que siguiera con las enseñanzas de Lassalle. Fue hace tan sólo unos pocos de años que la práctica se ha vuelto regular. Ahora practico una vez por semana con una sangha Soto, y mi zazen diario va casi bien.
Siento que la meditación me ayuda en mi vida diaria. Pero, más importante, me ayuda a ir profundo, hacia adentro, y a orar sin palabras, en silencio. Tal parece que he encontrado lo que estaba buscando.